Cuando fui invitada a coordinar una nueva época del Boletín Editores por el entonces presidente de la Cámara, el Ing. José Ignacio Echeverría, fue realmente un reto. Salía a la luz el boletín número 608 “con ánimo renovado y compromiso de informar a nuestros socios”, así se leía en el espacio dedicado a la editorial, el 1 de julio de 2013. Durante dos años consecutivos se publicaron 99 boletines que incluían secciones dedicadas a las actividades del presidente o de algún miembro del Consejo Directivo; la presencia de México en las ferias nacionales e internacionales; algunas notas relativas a la educación y a la cultura del libro en general e información estadística que preparaba la actuaria Claudia Alcalá acerca de la producción editorial y otros textos internacionales que daban cuenta de premios, así como convenios que marcaban el ritmo en el mundo editorial.
Otra sección indispensable —que aún continúa— fue ofrecer los servicios y los cursos que se organizaban para la actualización y capacitación de toda la cadena de valor del libro. Además, se prepararon dos boletines especiales por el 50 aniversario de la fundación de la caniem, una de las actividades más sobresalientes que se llevaron a cabo fue el Seminario de la Lengua “El idioma, cosa de todos”, y el discurso inaugural fue dictado por el entonces presidente de la Real Academia Española (rae), Darío Villanueva. El segundo boletín especial se dedicó a las actividades realizadas durante la Feria Expo Publica, que se organizó en las instalaciones del World Trade Center de la Ciudad de México.
Sin embargo, para el siguiente número se consideró importante abrir un espacio para que los editores opinaran sobre distintos temas como: contenidos digitales, el acceso abierto en las publicaciones académicas, la problemática de los libreros, los cambios en la legislación hacendaria y cómo afectarían los derechos de autor; la crisis económica para sostener las publicaciones periódicas, la voz de los expresidentes y entrevistas que daban cuenta de editores que eran galardonados con premios nacionales o internacionales o por su trayectoria en el ámbito editorial y gremial. La sección Palabra de editor cobró vida con la participación de editores, especialistas en derechos de autor, autores, ilustradores, periodistas, libreros y catedráticos, quienes fueron conformando un corpus de opiniones y puntos de vista que enriquecieron el Boletín en diversas temáticas, pero todas alrededor del ecosistema del libro, la cultura y la educación. Es una gran satisfacción ver que al pasar de los años aún se conserva gran parte de la estructura que desde esa época se pensó en las distintas secciones.
Durante esos dos años, en mi opinión, las secciones más significativas fueron las dedicadas a la estadística, elaboradas por Claudia Alcalá, y la de Palabra de editor. El contenido destinado a los datos duros iba acorde con las temáticas de cada momento, es decir, no sólo estaba focalizado en la producción editorial sino también en el comercio exterior, hábitos de lectura, publicaciones periódicas, a los principales canales de distribución, a la venta de libros en las tiendas departamentales y de autoservicio, a las exportaciones a los Estados Unidos y Panamá, a las ventas de libros de texto, al crecimiento del libro en el sector infantil, a la comercialización del libro digital, a las ventas en las distintas ferias nacionales y al registro de los puntos de venta, establecimientos y librerías. Con respecto a la sección de Palabra de editor, se entrevistaron a más de 85 editores y en algunas ocasiones otorgamos el espacio para invitar a reflexionar a actores importantes dentro de la industria que nos dieron su tiempo para repensar nuestro quehacer en el mundo del libro.
Entre las aportaciones, otras más fueron tecnológicas, como la implementación del uso del código qr para un despliegue más rápido del boletín en formato pdf, así como el enlace digital a través de la plataforma issuu, que es un servicio en línea que permite la visualización del boletín digitalizado y compartirlo con otros usuarios.
Quizás otra de nuestras aportaciones y no menos importante, fue preocuparnos por sumar lectores a nuestra base de datos, en poco tiempo logramos aumentar la cantidad de suscriptores a más de cuatro mil y con la reproducción del boletín en la Universidad del Estado de Hidalgo en una base de 35 000 usuarios.
Sin lugar a dudas, es indispensable contar con el boletín que edita periódicamente la Cámara, su existencia abarca más de tres décadas y en él se ha plasmado la evolución de la industria editorial y sus transformaciones. Me parece que el reto hoy en día es que se convierta en un referente de la industria editorial a nivel nacional y de la región, sobre todo ahora —después de lo vivido con la pandemia— habrá un antes y un después para quienes nos dedicamos a los libros en cualquiera de sus formatos y a las publicaciones periódicas.
Finalmente, los testimonios que han quedado plasmados en Palabra de editor hoy son parte de nuestros colegas que se nos adelantaron en esta vida pero que nos acompañaron con su experiencia y conocimientos. Gracias a Aldo Falabella, boletín 611 del 22 de julio de 2013; Ángeles Aguilar Zinser, boletín 628 del 18 de noviembre de 2013, y a Carlos Graef, boletín 629 del 25 de noviembre de 2013.
Este trabajo no hubiera sido posible sin el trabajo profesional del equipo que conformamos en ese momento, doy las gracias a Óscar Dávalos, Claudia Alcalá y Yolanda Rodríguez por su dedicación y entrega.
Ixchel Delgado Jordá