Por Hugo Setzer
He sido editor los últimos 35 años de mi vida y puedo decir, con pleno convencimiento, que es una profesión de la que me enorgullezco. Sin embargo, encuentro que hay muchas ideas no muy claras sobre nuestra contribución a la sociedad.
Con frecuencia la gente me pregunta dónde están las máquinas de impresión, o qué se siente ser “editorialista”. Me parece que no hemos sabido explicar nuestra profesión de manera adecuada.
Si bien nuestros antecedentes se remontan a la Alemania del Siglo XV, con la invención de la imprenta por parte de Johannes Gutenberg, hoy día casi ninguna editorial lleva a cabo tareas de impresión. Mantenemos una relación simbiótica con la industria de las artes gráficas, pero nuestros destinos de han individualizado. Hemos tomado caminos paralelos, pero diferentes.
La función de los editores es elegir las obras que a nuestro juicio deban de publicarse y, después, agregar valor al arduo trabajo de nuestros autores. Lo llevamos a cabo haciendo correcciones al texto original, ya sea de estilo o técnicas. Asegurándonos de la veracidad de los textos que recibimos. Luego viene el diseño editorial, que convierte un manuscrito en un verdadero libro. Finalmente, la publicación en diferentes formatos, y la distribución de la obra.
En este proceso intervienen decenas de profesionales de diferentes especialidades, con la finalidad de ofrecer una publicación que satisfaga las necesidades del público lector. Una publicación que ha pasado un proceso de curaduría y diseño, en el que nos hemos asegurado de la veracidad de sus contenidos.
En un mundo plagado de información falsa y en que se cuestionan los hechos científicos con mayor frecuencia cada día, los editores somos garantes de información verídica y cuidadosamente seleccionada.
Los editores nos encontramos agremiados en México en la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, o CANIEM, y a nivel internacional en la Unión Internacional de Editores, UIE-IPA.
Ambos organismos son fundamentales, a fin de darle voz a la industria editorial y velar por los intereses de miles de editores en todo el mundo. Una organización gremial puede representar y defender los intereses de toda una industria, como no lo podría hacer la empresa más grande. Unidos somos más fuertes y, cuando hablamos con autoridades de todos noveles, lo hacemos con una sola voz.
A través los libros y revistas que publicamos, los editores llevamos la creación del intelecto de miles de autores a millones de lectores, todo esto gracias a la libertad de publicación y al derecho de autor, a los que nos referiremos en futuras contribuciones.
Los libros son instrumentos casi mágicos, que nos permiten soñar, aprender, conocer otros mundos y otras personas, reales o imaginarias, en la actualidad o de tiempos remotos. Los libros nos ayudan a hacer propios conceptos tan importantes como la tolerancia y la empatía.
En palabras del escritor estadounidense Parker Palmer, “En los libros encuentro regalos de muchos tipos: consuelo, desafío, entusiasmo, perspicacia, inspiración, visión, que puedo traer de vuelta al mundo para ayudarme a convertirme en una mejor persona y, tal vez, ayudar al mundo a convertirse en un mejor lugar.”
Estamos convencidos de que, con nuestras publicaciones, los editores contribuimos significativamente al desarrollo cultural, educativo y económico de los países. Una sociedad lectora es más participativa, informada, crítica y democrática. Eso aspiramos para México.
*Texto publicado por El Universal el día 21 de mayo en el suplemento Confabulario.