Por Hugo Setzer, presidente de la CANIEM y expresidente de la Unión Internacional de Editores. Twitter: @HugoSetzer.
Texto publicado por El Universal en su suplemento Confabulario el 14 de enero de 2024.
En la entrega pasada hablamos de la importancia de la lectura profunda. De cómo nuestro cerebro literalmente se reconfigura, a través de innumerables conexiones sinápticas, cuando nos sumergimos en la lectura profunda.
Hablamos del fantástico libro de Maryanne Wolf, Lector, vuelve a casa: Cómo afecta a nuestro cerebro la lectura en pantallas, editado por Deusto, un sello de Grupo Planeta.
Ella sostiene en su libro que “en un lapso de sólo seis milenios, la lectura se convirtió en el catalizador transformador del desarrollo intelectual de los individuos y de las culturas alfabetizadas”.
Una vez establecida la importancia de la lectura profunda, podemos atender la siguiente pregunta: ¿hay alguna diferencia entre la lectura en papel y en soportes digitales?
La Dra. Wolf nos dice que a lo que ponemos atención y cómo ponemos atención hace toda la diferencia en la forma que pensamos. El aprender a concentrarse es un reto esencial, pero cada vez más difícil en una cultura donde la distracción es omnipresente.
Habla de la “mente de saltamontes”, para describir la forma espasmódica en la que nuestros jóvenes digitales ahora suelen saltar de un punto a otro, distraídos de la tarea original.
Cita al neurocientífico Daniel Levitin, quien dice que “Al realizar múltiples tareas, sin saberlo, entramos en una espiral de adicción a medida que los centros de novedad del cerebro son recompensados por procesar nuevos y brillantes estímulos, en detrimento de nuestra corteza prefrontal, que quiere permanecer concentrada en la tarea y obtener las recompensas del esfuerzo y la atención sostenidos”.
Éste es tan sólo uno de los aspectos que, al leer en una pantalla, influyen en nuestra capacidad de concentración y a su vez, de lectura profunda.
En algunos países, como en Suecia, se ha intentado el enfoque 100% digital en la educación, cambiando los libros de texto impresos por recursos digitales. Los resultados no han sido alentadores y, debido a ello, ahora las autoridades educativas en aquel país están corrigiendo el rumbo.
En una nota de The Guardian de septiembre de 2023, la ministra de educación en Suecia, Lotta Edholm, declaró que “los niños suecos necesitan más libros de texto. Los libros impresos son importantes para el aprendizaje de los alumnos”.
Parte de lo que detonó esta preocupación del gobierno sueco fue la baja en los resultados de la prueba PISA. Aun así, Suecia alcanzó en los resultados de lectura de 2022, 487 puntos en lectura, 3% arriba del promedio de países de la OCDE.
En consecuencia, Suecia realizó una inversión en compras a la industria editorial, de 70 millones de dólares en libros de texto en 2023 y 50 millones los siguientes años, para 1.5 millones de estudiantes de educación básica (1-12). Un promedio de 40 dólares por alumno.
En contraste, México obtuvo en la prueba pisa 2022, 415 puntos en lectura, 13% por debajo del promedio de países de la OCDE. En México el gobierno invertía, hasta el 2022, 80 millones de dólares en compras a la industria editorial en el extinto programa de libros de texto gratuitos para secundaria, para 6.4 millones de alumnos de secundaria, o sea 12.5 dólares por alumno de secundaria.
En la misma nota de The Guardian se recoge una declaración del prestigiado Instituto Karolinska de Suecia, una escuela de medicina muy respetada centrada en la investigación, sobre la estrategia nacional de digitalización de la educación del país:
“Existe evidencia científica clara de que las herramientas digitales perjudican en lugar de mejorar el aprendizaje de los estudiantes. Creemos que el enfoque debería volver a la adquisición de conocimientos a través de libros de texto impresos y la experiencia de los docentes.”
Recordemos que la declaración hace referencia a la estrategia de digitalización en Suecia, pero no quiere decir que todo recurso digital sea perjudicial, sino el sustituir la lectura en papel al 100%. Por ello la Dra. Wolf propone también en su libro un balance entre el papel y las pantallas. La lectura en papel es fundamental para estimular y practicar la lectura profunda, pero no podemos negar la existencia y la utilidad de los dispositivos digitales.
Lo que ella propone es que la educación de nuestros niños pongamos el enfoque en el desarrollo de un “cerebro bi-alfabeta” que mantenga la capacidad de lectura profunda y que al mismo tiempo se sienta cómodo en el entorno digital.
Esto es justo lo que los editores educativos en todo el mundo hemos visto en la práctica. Los países que habían apostado por una estrategia 100% digital están regresando al uso de libros de texto, con el apoyo de recursos digitales que ya casi todos los editores educativos tienen disponibles.
Todo lo anterior tendrá importantes repercusiones en el largo plazo para el futuro de la humanidad. Recordemos que la calidad de nuestro pensamiento es el principal motor en la evolución cerebral de nuestra especie. Dependerá de cómo logremos navegar estas aguas inexploradas, combinando con éxito la lectura en papel y en pantalla.
Fuente: El Universal